A mí antes, cuando me hablaban de valores, me salían sarpullidos y espumarajos por la boca. No sé si empujada por mi educación y mi propia historia pero lo cierto es que se me antojaba como un «algo» encorsetado asociado a cierta rama conservadora del catolicismo en la que fui educada, curiosamente, por unos padres que la historia me demostró que además de católicos eran sobre todo amorosos, comprensivos, tolerantes y flexibles con la vida de sus propios hijos. Hablo, por supuesto, de mi adolescencia y juventud temprana…. con el tiempo me di cuenta de que lo que me pasaba con los valores es que, más allá de los valores esos que tenía que ver con el «ser buena persona», no tenía ni pijotera idea de qué eran los valores y además andaba un tanto perdida desidentificándome de algunas cosas para construirme en otras.
Hace un par de años empecé a reconectar con los valores a través del trabajo sistémico con unas cartas que encontré por internet y que me vendió una señorita muy amable a un precio nada desdeñable….. eso sí, las cartas monísimas y de diseño; cuadradas en un color azul precioso y con el Valor escrito utilizando una fuente que parecía la Helvética Condensed de la que una es muy fan. (La foto no hace justicia)

El paquete contenía casi 90 cartas con múltiples valores entre los que se incluían palabras que ni tan siquiera había identificado yo como valores. Pongamos por ejemplo “sexualidad”, “innovación”, “trabajo en equipo”…. si yo ya estaba más receptiva a los valores el ver esa diversidad y pluralidad de valores me abrió la mente hacia ellos..
Junto a las cartas recibí por email un pdf con un par de dinámicas que podía aplicar tanto en el ámbito personal como en el de la empresa. Inicialmente mi intención era utilizarlo para la consultoría sistémica en el mundo de la empresa pero mira por donde me dió por hacer la dinámica aplicada a mi persona.
Sólo el hecho de elegir entre casi 90 valores aquellos que para mi eran mis valores fundamentales o esenciales y a los que nunca les había puesto un nombre o etiqueta concreta que lo definiera me ayudó a situarme más en el presente y a revisar el por qué de determinadas situaciones vividas. Me ayudó a entender qué era lo que me motivaba y por qué determinado tipo de decisiones que había tomado a lo largo de mi historia me habían pasado factura a posteriori.
Los valores pasaron a ser para mí algo así como los atributos de una persona. Hay una relación directa entre los valores y la forma de estar en el mundo de una persona alineada con sus valores por lo que, de alguna manera con como una imagen predecible de ella.

En la pirámide de los niveles neurológicos de Dilts los valores ocupan el lugar entre las creencias y la identidad, justo antes de los dos peldaños que ocupan el nivel evolutivo. Es la antesala que te conecta con el Propósito y que responde que tanto utilizamos en coaching que es el “¿para qué?”.
Estos valores fundamentales o esenciales de los que hablo no son inamovibles sino que a medida que avanzas en la vida y evolucionas como persona pueden ir cobrando importancia otros valores. Empecé a comprender entonces parte de mi evolución como persona y con el tiempo empecé a darme cuenta (he de confesar que a toro pasado la mayoría de las veces) de lo costoso que era a nivel personal tomar una decisión o hacer algo que estuviera desalineado con mis valores esenciales. La incomodidad tarde o temprano se hacía presente y lo que es más, parte de mi atención se quedaba atrapada en esa situación hasta que tomaba consciencia de ello y trabajaba el soltar. Desde entonces los valores formaron parte de la brújula con la que tomaba mis decisiones.
Los valores desde la perspectiva sistémica
También me di cuenta de la relación que había con lo sistémico no sólo a nivel de principios o leyes sino también en el ámbito de las lealtades. En ocasiones asumimos como valores fundamentales propios, valores que En realidad son heredados de nuestro sistema de origen. Estoy lo hacemos porque tenemos miedo a dejar de pertenecer y ese miedo es tan grande que podemos vivir y defender ese valor hasta el extremo convirtiéndonos casi en fundamentalistas. Ese valor es algo parecido a una carga sistémica que tarde o temprano tendrás que soltar.
A nivel sistémico, y quien conozca un poco las constelaciones familiares, también ocurren cosas curiosas. Por ejemplo, cuando nos identificamos con alguien de nuestro sistema de origen también estamos identificándonos con sus valores y también con su propósito en la vida. Estamos viviendo una vida y un destino que no nos pertenece, y por lo tanto abandonando nuestra propia vida y nuestro propio destino.
Pero más allá de todo esto, lo que sucede es que si vivimos de espalda a nuestros valores esenciales, que no son otra cosa que algo así como los atributos de nuestra esencia; en realidad estamos viviendo de espalda a nosotros mismos, nos estamos excluyendo. Puede ser normal entonces que no nos sintamos vistos por otros, que no nos sintamos amados, que sintamos que no nos tienen en cuenta o que estamos solos porque, de alguna manera si no somos capaces de vemos nosotros mismos ¿cómo van a vernos los otros?.
El próximo 2/6 a las 19:00 facilitaré un taller práctico online sobre Valores para el Propósito. Si tienes curiosidad por todo esto de los valores desde un ámbito más práctico y si, además, quieres descubrir o conocer cuales son tus valores esenciales y profundizar un poco más en su vertiente sistémica, puedes apuntarte aquí.
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